me pasa que se hacen las 5 de la mañana y todavía no sé de qué escribir el newsletter. me pintó ver los videos de un viaje que hice al Chaltén con mi familia en enero y la verdad que están bastante lindos. así que arranqué a editarlos para hacer un vlogsito.
miren qué lindos los caballitos!!! yo los veo y pienso que querría ser uno de ellos… nada más que respirar… un jardín y mis amigos no se puede comparar con el ruido infernal de esta guerra de ambición para triunfar y conseguir prestigio en la ciudad, dinero y nada más, sin tiempo de mirar un jardín bajo el sol antes de morir. dicho así de corrido no suena tan épico, pero en los 70 esas frases eran una bomba.
y yo, sobrevolando esa afirmación, estoy de acuerdo. si cuando estoy en la ciudad lo único que pienso es que me quiero cortar las bolas y cuando estoy de viaje lo único que pienso es que me quiero besar las bolas.
también me acuerdo de algunas conversaciones que tengo con Victoria (es su nombre) en las que le digo muy seguro que me quiero ir a vivir un tiempo a otra ciudad como Santiago o Barcelona. “¿por qué?” podría ser una pregunta válida a esa expresión mía, y mi respuesta es que estoy harto de esta ciudad. ya la conozco. ya sé cómo luce, ya sé cómo habla la gente que me puedo encontrar por acá, ya sé cómo se siente respirar este aire venenoso, y también tengo claro cómo nadie tiene idea de nada y habla al pedo permanentemente, yo uno de ellos.
también puedo sumar la otra idea que le tiro cada tanto, que es que me gustaría que mis hijes crezcan en el campo, y yo envejezca tranquilo cuidando algún animal como un caballito.
uno puede razonar que las dos rutas que trazo no tienen mucho sentido, porque una me lleva a una ciudad hiperpoblada y la otra a una intimidad silenciosa, y es acá donde voy a intervenir hoy. ¿cuál es el factor común? que me voy a la mierda. ¿lejos de Buenos Aires? ¿lejos de mis amigos? ¿lejos de todo lo que me interesa? bueno, inicialmente lejos de mis padres.
no sé si no los aguanto más, pero haber cumplido 22 añubis la semana pasada me hizo aceptar que cada vez tengo menos que ver con la gente con la que vivo. y voy a estar así mucho tiempo más, pero al menos ahora lo sé: no somos compatibles. podemos pasar algunos lindos momentos y todo, pero no me entienden y nunca me van a entender completamente. y eso está bien, porque si me entendiesen a la perfección no habría dinámica progenitor-hijo, seríamos como amichis que uno salió de los huevos y la concha de los otros, como una orgía realentizada.
pero pasa algo. la realidad (objetiva) es que no conozco tanto Buenos Aires. puedo tranquilizarme, respirar (este aire venenoso) y quedarme acá. mañana puedo salir de mi casa y ver la vida llena de cosas interesantes por descubrir y personas que conocer. tal vez me sumerja en esa búsqueda, que es mi búsqueda histórica, y termine de alguna extraña manera encontrando eso que siempre quise, y ahí me quede. y bueno, entonces capaz que pasado mañana me despierte muy muy lejos de Flores, en algún recóndito lugar del mundo, que podría ser… no sé, San Telmo.
onichan buen texto!!!